3 de marzo de 2007

Otra vez en el picadero

Después de unas semanas sin tocar el tema, vuelvo a mis noticias desde el picadero. En realidad ya debería haber acabado el curso, pero la semana pasada no hubo clases, así que aplazamos la última sesión del curso hasta esta semana. Además, hace dos semanas no comenté nada de la sesión, así que empezaré por ahí y luego comentaré la de hoy.

La sesión de hace dos semanas fue la más relajada y distendida de todas. Abandonamos temporalmente el picadero y las vueltas en redondo para salir de la rutina y hacer una ruta por los alrededores del centro. Yo pensaba que no me iba a aportar mucho, pero la verdad es que estuvo bastante bien. Salimos por un lado del centro hacia el río, fuimos siguiendo el río por una senda durante unos 20 minutos y luego giramos a la izquierda, subimos la ladera del monte que teníamos a esa mano y fuimos retrocediendo otra vez para llegar al centro por el lado contrario al que salimos y rodearlo casi entero por otra senda pegada al río. Todo este camino lo hicimos al paso, tranquilamente y guiados por la monitora y una alumna de otra clase más avanzada. Una vez que llegamos otra vez a las inmediaciones del centro, aunque por el borde del río todavía, trotamos hasta llegar a las pistas exteriores para desentumecer un poco. Ese trozo fue el más largo de trote continuo en todo el curso, porque llevábamos bastante ritmo y Kukulcan no se paraba. Una vez llegamos a los boxes, desaparejamos nosotros solos a los caballos (no sin ciertos problemas) y quedamos para la siguiente clase hoy en vez de la semana pasada.

La clase de hoy también fue entretenida. Después de un par de anécdotas antes de empezar (una de ellas triste, porque acabó con un revolcón de una amazona y un caballo un poco lesionado), subimos al caballo y empezamos la clase acompañados de los del nuevo turno. Calentamos 10 minutos o así con ellos, y luego una profesora se quedó con nosotros y otra con los nuevos, la mitad de la pista para cada uno. Nosotros hicimos un poco de trote inglés y luego vino la novedad: trote sin estribos. Eso era algo a lo que le temía un poco, porque no sabía muy bien como me iba a arreglar sin estribos en la silla. El caso es que las primeras vueltas fueron un poco difíciles, pero luego ya le fui cogiendo el truco. Eso sí, los aductores sufren infinitamente más que con los estribos, porque tienes que hacer fuerza con las rodillas para agarrarte a la montura, y encima con la tensión y todo eso hacíamos mucha más de la necesaria seguramente.

Pero claro, era el último día y tenía que haber un más difícil todavía. "Aunque os parezca imposible, se puede trotar a la inglesa sin estribos". Esas fueron las palabras de la monitora, y lo siguiente fue intentarlo. Y es verdad, se puede, pero ahí sí que trabajan los aductores, porque sólo levantas de rodilla para arriba y sin apoyo en los pies, así que todo el trabajo lo hacen los aductores y los cuádriceps (bueno, y el caballo). Y así estuvimos un poco, a la inglesa sin estribos.

Cuando calzamos los estribos otra vez fue un camino de rosas. Me cambió el equilibrio como del blanco al negro. Aunque ya estaba habituado a trotar con los estribos, después de trotar sin ellos la verdad es que los calzas y parece que naciste trotando en un caballo. Eso sí, el trote español todavía no me sale y me pego unos talegazos contra la silla del copón, pero es cuestión de tiempo. El caso es que el equilibrio ya está cogido.

Pues así fue mi (de momento) última clase de equitación. Digo de momento porque es bastante probable que vuelva a pagar otro curso y siga yendo este mes entero, porque aunque el equilibrio ya lo cogí me quedan cosas básicas que coger, como mantener el ritmo del caballo como yo quiero y no como quiere él. Kukulcan es muy bueno, pero también muy fino. Me cogió la delantera, y al final iba como el quería más que como quería yo. Me explico: para el trote, como tiene un paso más largo que Rayo, el que iba delante, en seguida lo alcanzaba. Así que cogió la manía de quedarse rezagado, cuando estaba separado trotar un poco a ritmo algo alto hasta que alcanzaba a Rayo otra vez, entonces volvía al paso y volvía a repetir la maniobra. Hoy estuve bregando con él toda la clase y pocas veces conseguí que me hiciese caso, y además cuando iba el primero me resultaba muy difícil ponerlo a trotar. Así que eso tengo que mejorarlo, y puede que aproveche este mes aunque sea con los que empezaron nuevos para seguir practicando. Al fin y al cabo, cuando tenga un caballo no voy a llevar a Rayo delante y tengo que hacer que me obedezca, así que hay que aprender.

Por otra parte, la cuestión de quitarles los aparejos está controlada ya, hoy los quité yo sólo y sin desabrochar todo lo desabrochable. Así que poco a poco vamos mejorando y las clases van dando sus frutos no sólo en el picadero si no también fuera de él.

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